sábado, 9 de abril de 2011

Caza a la aberración

El pasado jueves 7 de abril, el periódico "El Mundo" salía a la calle con un artículo de opinión escrito por Salvador Sostres, columnista de dicho diario y tertuliano de Telemadrid, el cual no tuvo muy buena acogida entre sus lectores.

En dicho artículo, el periodista se encarga de comparar el hecho de un asesinato con el de una ruptura amorosa, como si este último fuera la justificación del primero, aunque lo niegue en reiteradas ocasiones. Echémosle un vistazo al polémico artículo:


“Un chico normal” (Salvador Sostres, El Mundo, 7 de abril de 2011)

El chico rumano de 21 años que ha estrangulado a su novia embarazada, también rumana, de 19, “era un chico normal”, según han dicho de él sus vecinos y conocidos. “Discutían como cualquier pareja”, ha explicado la madre de la víctima. Después de cometer el crimen -o de presuntamente cometerlo, hasta que no se celebre el juicio- el chaval, horrorizado por lo que había hecho, telefoneó a su padre a Rumania y le mostró el cadáver de su novia muerta a través de una webcam. Porque un chico normal de 21 años que está enamorado de su novia embarazada, es normal que pierda el corazón y la cabeza, el sentido y el mundo de vista, si un día llega a su casa y su chica le dice que le va a dejar y que, además, el bebé que espera no es suyo.

Ni puedo justificar ni justifico un asesinato, ni cualquier forma de maltrato tenga consecuencias más leves o más graves. No pienso que haya causas morales que puedan justificar matar a alguien, ni que puedan servir siquiera de atenuantes en el juicio. Digo que a este chico le están presentando como un monstruo y no es verdad. Es un chico normal que se rompió por donde todos podríamos rompernos.

Porque hay muchas formas de violencia, y es atroz la violencia que el chico recibió al saber que iban a dejarle y que el niño que creía esperar no era suyo. No te causa la muerte física, pero te mata por dentro y aquel día algo de ti muere para siempre. No justifico lo que hizo, ni creo que se pueda justificar, pero no es un monstruo: es un chico normal sometido a la presión de una violencia infinita, una violencia que no por ser física es menos violenta; un chico que luego tuvo una reacción terrible, inaceptable e inasumible, criminal, y que no sólo terminó con la vida de su novia y la de la criatura que esperaba, sino que terminó, en cierto modo, con la suya propia.

Espero que si algún día me sucede algo parecido disponga del temple suficiente para reaccíonar quemándome por dentro si que el incendio queme a nadie más. Pero me reconozco en el dolor del chico, en su hundimiento, en su caída al fondo de sí mismo oyendo las explicaciones de su novia. Me reconozco en su desesperación, muy normal y nada monstruosa: en su herida, en su desgarro. Quiero pensar que no tendría también su reacción, como también lo quieres pensar tú. Pero, ¿podríamos realmente asegurarlo? Cuando todo nuestro mundo se desmorona de repente, cuando se vuelve frágil y tan vertiginosa la línea entre el ser y el no ser, ¿puedes estar seguro de que conservarías tu serenidad, tu aplomo?, ¿puedes estar seguro de que serías en todo momento plenamente consciente de lo que hicieras?

Que la justicia dicte su sentencia y que sea tan severa como tenga que ser. Ante un asesinato no hay causas morales. Pero este chico no es un monstruo. Es un chico normal disparado al centro de su querer, arrancado a la vez de la novia y de su hijo, sometido a una violencia brutal que al no ser física nunca se considera, pero que ahoga y machaca lo mismo que cualquier otra violencia. Hay muchas formas de violencia.

La mayoría de los que escriben y leen sobre sucesos ignora cómo a veces el amor se convierte en escoria y en desgracia y se abraza desesperadamente a la tragedia”.

Después de leer semejante aberración, no es extraño comprobar la reacción de los lectores del diario, así como la retirada del mismo del blog del periodista como única solución, ya que es imposible su censura en la edición escrita del diario.

Por su parte, el director de "El Mundo", Pedro J. Ramírez, ha sido el único en disculparse por la publicación del artículo de Sostres, ha pedido perdón por su contenido y asegura que está completamente deacuerdo con la opinión pública. El señor Ramírez añade que un periódico no es una máquina perfecta y lo único que puede hacer al respecto es mejorar los controles que pasan los artículos que vayan a ser publicados. En cuanto a Sostres, no tiene intención alguna de lamentar el escrito y, por lo visto, no es el único caso polémico que tiene su nombre.

He querido traer esta noticia a colación por el tema de la libertad de expresión, la censura y de los privilegios de determinadas profesiones, las profesiones sociales, para ejercer la primera, conceptos que vimos en clase la semana pasada. Todos sabemos que la libertad de expresión es un derecho recogido por nuestra Constitución y que hay ciertas profesiones sociales que se basan en él. Personalmente, creo que es necesario una total implicación profesional por parte del individuo que tiene este privilegio para poder ejercerlo correctamente, en este caso del periodista y, como esta vez no se ha dado tal cosa, veo totalmente adecuado el empleo de la censura de dicho artículo.

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