miércoles, 23 de marzo de 2011

El poder invisible

La práctica de hoy consiste en extraer los temas principales sobre el capítulo diez de Sobre el poder, “El poder invisible”, de Manuel Menéndez, plantear cuestiones sobre éstos y justificarlos. Pues bien, estos son los que considero más relevantes:

Desde el comienzo del capítulo, el autor deja bien claro su punto de vista: la incoincidencia entre la realidad y su forma de interpretarla es un rasgo que define a la sociedad actual, más conocida como sociedad invisible. A partir de esta afirmación, Menéndez se encarga de explicar las causas de tal hecho, así como sus consecuencias.

En primer lugar, el hecho de que en las sociedades modernas se rindan ante el sentido de la visión (el poder de las imágenes está por encima de cualquier otra cosa) provoca que la realidad antes nombrada quede totalmente oculta. Vivimos en una era determinada por lo visual, en la cual lo auténtico y real viene otorgado por meras imágenes. Sin embargo, en esta era ya no se sabe nada, únicamente se sospecha, lo que genera una especie de ceguera ante la gran cantidad de información de la que disponemos, la cual hace que nos saturemos y, a su vez, nos sintamos desorientados, perdidos en un mundo de información excesiva.

Del mismo modo que el ruido entorpece la comunicación, la profusión de imágenes puede enmascarar la realidad (Menéndez, 2007; 335).

En segundo lugar, contestar a las preguntas ¿quién gobierna? o ¿quién es el responsable? se ha vuelto una tarea ardua, por no decir imposible. El poder se oculta tras un halo de invisibilidad, que hace que los gobernados nos sintamos inseguros y desprotegidos, en gran parte debido al hecho de que, y aquí enlaza con la primera parte, estamos totalmente saturados de información, información que no nos otorga nada, pues, como ya he mencionado anteriormente, el exceso de información nos induce a un estado de completa ignorancia.

Por otra parte, las preguntas a quién protestamos, quién protesta y para qué se protesta corren la misma fortuna que las anteriores, razón por la cual las protestas tienen un carácter ambiguo. Nos encontramos en un mundo en el que es difícil ponerle nombre al responsable de tal o cual acción, principalmente porque éste se encuentra desprovisto totalmente de transparencia y visibilidad. Al igual que es difícil identificar al o los responsables de una acción, también lo es caracterizar al individuo que lo(s) culpa, puesto que se protesta irresponsablemente contra la irresponsabilidad. Además, los resultados de las protestas no son siempre los esperados, haciendo que el poder llegue a valerse de las mismas para su beneficio.

En todo caso, la acción de protestar hace que nos demos cuenta de la total incertidumbre con la que vivimos en la sociedad invisible, en un mundo constituido en forma de red, la cual hace que todo lo que se observa sea sospechado. Según Menéndez, es el movimiento globalizador la causa de que convivamos en tal estado de inseguridad, la causa de las actuales invisibilidad y complejidad sociales:
el poder, la responsabilidad y la visibilidad se distribuyen de una manera difusa.

Para acabar, el autor analiza una consecuencia clara de todo el entramado que argumenta: el espionaje. Todo lo que parece obvio en la sociedad invisible no tiene que tomarse como tal. Vivimos en un mundo simulado, ficticio, del cual es necesario sospechar para poder llegar siquiera a un resquicio de la realidad.

Todo debe ser mirado dos veces; sólo en esa reduplicación puede ser correctamente comprendido y juzgado. El mundo de lo visible debe ser interrogado, relativizado y valorado en relación con una segunda realidad, pensada pero en él escondida […].

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