La Comunidad de Madrid aclara que no ha autorizado la publicación de las fotografías de Aguirre en "El Mundo"
[...] El Gobierno regional ha reiterado que esas instantáneas se han tomado sin el consetimiento de Aguirre ni de su familia, lo cual, según la Comunidad de Madrid, supone la violación del derecho a la protección del honor y la intimidad, tal y como se recoge en su artículo 20 de la Constitución Española. [...]
Como muchos os habreis dado cuenta, el número del artículo no es correcto, ya que el que recoge tal derecho es el artículo 18, no el 20 que corresponde a la libertad de expresión, pero lo he copiado tal cual del artículo original.
En cualquier caso, nos encontramos de nuevo ante otro caso más de vulneración de la privacidad de un individuo, que, en este caso, se trata de una persona pública. En mi opinión, la calificación de una persona como pública hace que los medios de comunicación, bien sea por el morbo o por la sed de expectación que conllevan tales noticias, se aprovechen lde las circunstancias sin pensar siquiera en la repercusión que tendrán sus acciones para las personas implicadas.
El debate está abierto: ¿vale cualquier cosa con tal de conseguir un punto más de audiencia? La respuesta es obvia...
Menuda metida de gamba la referente al articulado, pienso que alguien se ha debido llevar un tirón de orejas.
ResponderEliminarRespecto del tema esencial, opino que nos hemos acostumbrado quizá demasiado a cierto tipo de contenido (generalmente fotografías) que, a pesar de ser de dudosa ética, circulan a centenares (¿miles?) por día en la prensa escrita de todos los colores y sabores.
Probablemente sería un escándalo que se publicaran conversaciones grabadas con un micrófono disimulado, se hablaría a buen seguro de violación de la privacidad y a alguien le caería un marrón. Ahora, parece que por el hecho de poder tomar una foto a cientos de metros de distancia, cual francotirador, la cosa es menos cuestionable. Peculiar criterio sin duda.
No obstante, probablemente que genera mucho más dinero jugar sobre la baza del morbo y arriesgarse a las escasas demandas que puedan surgir, que no seguir una ética profesional estricta. De hecho ética y dinero parecen términos cada vez más antagónicos...